10 Cosas que aprendí viajando durante mes y medio por Tailandia

Lecciones Tailandia

Este es un post de invitado de Miriam, del blog Piscorumbo.

Miriam es otro ejemplo de como un viaje puede cambiarte la vida.

El artículo de esta semana es una colaboración suya en la que cuenta todo lo que aprendió viajando durante mes y medio por Tailandia junto a su pareja.

¡Todo tuyo Miriam!

 


 

La principal razón por la que me gusta viajar, es porque ayuda a abrir tu mente y te enseña cosas que difícilmente podrías aprender de otra manera.

Sales de tu zona de confort, te expones a situaciones nuevas, conoces puntos de vista diferentes y te das cuenta que hay personas de todo tipo, con ideas distintas, que no son ni mejores ni peores que las tuyas.

Aprendes que lo diferente no es malo, sino qué por el contrario, te enriquece, ya que si todos fuéramos iguales el mundo sería muy aburrido y no podría evolucionar.

Viajar hace una versión de ti mismo un poquito mejor que la de antes de partir. 

Cuando hablo de viajar, no hablo de visitar monumentos ni dormir en hoteles de cinco estrellas con todo incluido, no me refiero a irte cada verano a pasar 15 días en Benidorm, ni a montar en autobuses turísticos. Hablo de coger una mochila (también me vale una maleta pero suele ser menos práctico) con lo mínimo, de patearte ciudades, de integrarte en la vida local, de comer donde ellos comen y de dormir donde ellos duermen, de empaparte de su cultura, perderte y encontrar lugares maravillosos.

He de decir que no he viajado tanto como gustaría y que me quedan infinidad de sitios por recorrer, pero también tengo claro que algún día estaré allí para recorrerlos.

Por suerte, a mi pareja también le encanta viajar, por lo que no desaprovechamos ninguna oportunidad de hacer alguna escapada.

En este artículo quiero hablarte de nuestro viaje a Tailandia durante mes y medio y de todo lo que aprendí durante ese viaje.

 

1 | Aprendí que el mundo es demasiado grande como para estar siempre en el mismo sitio.

Antes de viajar a Tailandia ya había hecho pequeños viajes, pero todos ellos habían sido muy diferentes a las experiencias que viví durante aquel mes y medio.

Hasta ese momento sabía que me gustaba viajar, sin embargo nunca antes me había planteado que quería que viajar formara parte de mi vida. Ahora lo tengo claro, ahora sé que no voy a conformarme con un mes de vacaciones una vez al año, sino que al menos una etapa de mi vida va a consistir en viajar por diferentes países con un billete solo de ida.

¿Por qué ese cambio?

Simplemente me di cuenta de que el mundo es demasiado grande para estar siempre en el mismo sitio. Creo que sería malgastar mi tiempo pasar toda mi vida en el mismo sitio haciendo siempre lo mismo habiendo tantos lugares maravilloso por conocer (la mera idea de pensarlo me agobia). Además, aunque no solamos pensarlo a menudo, el tiempo que tenemos es limitado y creó que viajar es una manera estupenda de darle un buen uso.

 

2 | Aprendí a flexibilizar y a adaptarme mejor a nuevas situaciones.

En un viaje de este tipo las cosas no son cuadriculadas y no siempre salen como esperas, así que no te queda más remedio que aprender a flexibilizar y adaptarte a las circunstancia de cada momento.

Nosotros perdimos un vuelo de Bangkok a Chiang mai, el barco que iba de Ko Phi Phi a Krabi no pudo salir el día que teníamos reservado porque había tormenta, hicimos trayectos de 16 horas en autobús por carreteras poco asfaltadas, dormimos en hostales en los que en otra situación me hubiera negado rotundamente a dormir, y comimos cosas que servidas en la mesa de mi casa habría dudado en metérmelas en la boca.

Y la verdad es que, aunque parezca paradójico, todas esas cosas formaron parte del encanto del viaje.
Erizo de Tailandia

 

3 | Aprendí a no tener miedo a la gente.

Al fin y al cabo todos tenemos algo en común, y es que somos personas. Así que si tú no irías haciendo daño por ahí a la gente, ¿por qué piensas que la gente te lo va a hacer a ti?

Vale, no todo el mundo es como tú así que tampoco voy a caer en la ingenuidad de pensar que todo el mundo es bueno, pero sí que puedo decir con bastante orgullo que todas las personas que conocí en Tailandia fueron muy agradables con nosotros, quitando algún vendedor del night bazar que quería sacarse algunos baht de más con nosotros.

Dicen que Tailandia es el país de las sonrisas, y efectivamente así es.

La gente te sonríe, es agradable y siempre suele estar dispuesta a echarte una mano.

Recuerdo ir por la calle desorientados o con el mapa en la mano y que alguna persona se parara a preguntarnos si podía ayudarnos en algo.

Puede que al principio pensáramos que sería alguien que quería vendernos algo, pero no, simplemente estaba dispuesto a ayudarnos desinteresadamente.

Creo que muchas veces llaman demasiado la atención las cosas malas que hace la gente y pasamos por alto que la mayoría de personas que nos vamos a encontrar en nuestra vida, si tuvieran que elegir entre ayudarnos y fastidiarnos, elegirían la primera opción.

 

4 | Aprendí a deshacerme de los prejuicios.

Aún recuerdo con nitidez cuando les di la noticia de que me iba a Tailandia a mi familia y mis amigos: ¡Estás loca! ¡Pero qué se te ha perdido ahí! ¡Van a traficar con tus órganos! ¡Tailandia es un sitio muy peligroso!

Parece ser que, para algunos, querer conocer sitios diferentes y salir un poco de lo rutinario es cosa de tarados.

He de decir que también hubo personas a las que les pareció bien la idea, pero no fue la mayoría. Incluso recuerdo al hombre del banco al que fui a sacar dinero diciéndome que en Tailandia la gente encontraba cadáveres por la calle.

Sin embargo ninguna de estas personas había visitado antes Tailandia. ¿Por qué iba a tener que tener en cuenta su opinión? ¿En que se basaban?

No voy a negar que hubo momentos en los que me preocupé, y que llegué  a Tailandia con cierta inseguridad, pero a la hora de la verdad, he de decir que me sentí incluso más segura que en Madrid.

No recuerdo ningún momento en el que tuviera sensación de peligro, por lo que puedo decir que Tailandia no es para nada un país peligroso.

¿Que viajar puede tener ciertos riesgos? No lo niego, pero salir de casa cada día o coger el coche también y no por ello dejamos de hacerlo, además la mayoría de las veces son más miedos nuestros que peligros reales.

 

Cartel Tsunami

 

5 | Aprendí la importancia de viajar despacio y dejar tiempo para la improvisación.

Cuando se viaja, nunca hay que tener prisa.

No trates de visitar cada lugar en un día, viendo los tres lugares principales que pone en la guía y pasando deprisa otro lugar.

Mi consejo es visitar menos lugares pero visitarlos bien.

Viaja para disfrutar no para coleccionar ciudades.

En mi viaje a Tailandia aprendí lo maravilloso que es viajar despacio, dejando tiempo para improvisar.

También me di cuenta de la importancia de perderse. Si no sigues un camino establecido y reservas tiempo para investigar y perderte, encontrarás lugares maravillosos a los que no hubieras llegado de otra manera.

Nosotros descubrimos calas de ensueño por seguir algún camino que no sabíamos a donde llegaba y multitud de templos preciosos gracias a perdernos por la ciudad.

 

6 | Aprendí a restar importancia a las cosas materiales.

Estuve mes y medio viviendo con el contenido de una maleta de unos 10 kilos y alojándome en habitaciones de unos 5 metros cuadrados a lo máximo. ¿Y sabes qué? No eché de menos absolutamente nada.

No hubiera sido más feliz en un hotel de 5 estrellas con jacuzzi y sauna y con todo un vestidor a mi disposición. Tenía todo lo necesario para vivir y no me hacía falta más.

Aprendí que damos demasiada importancia a las cosas materiales cuando al fin y al cabo, son otro tipo de cosas como las experiencias, las nuevas amistades y los recuerdos, las que realmente valen la pena.

Aprendí a ver el dinero como un medio para un medio y no como un fin en sí mismo.

 

7 | Aprendí a conocerme mejor a mi misma y a mi pareja. 

Cuando viajas en pareja, pasas mucho tiempo contigo mismo y con la persona que te acompaña.

Vale que en tu vida normal también pasas tiempo contigo mismo pero quizás no eres tan consciente de ello.

Aquí tienes que tomar decisiones, enfrentarte a situaciones nuevas y utilizar recursos que quizás no sabias ni que tenías.

Descubres cosas que te gustan que antes desconocías, tu visión del mundo cambia por completo y lo que quieres hacer en tu futuro toma un camino más claro.

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Lo mismo ocurre con la otra persona si viajas acompañado, pasas mucho tiempo con ella y te enfrentas a situaciones que jamás viviríais sentados en el sofá disfrutando de vuestra serie favorita.

 

Miriam y su chico en Tailandia

 

8 | Aprendí la importancia de saber inglés.

El inglés siempre ha sido mi asignatura pendiente.

Sinceramente, no me gusta.

Llevo como 10 años dando clases una hora a la semana y siento que estoy estancada siempre en el mismo punto. No pierdo nivel, pero tampoco mejoro. Cierto es que tampoco pongo mucho de mi parte para ello. Chapurreo, puedo entenderme con la gente para lo básico y hablar con alguien si me habla despacio, pero mantener una conversación fluida con alguien que sabe bien inglés complicado.

En Tailandia me di cuenta de lo importante que es un buen manejo del inglés. Un gran porcentaje de la gente que te vas a cruzar en tus viajes habla inglés y no si no lo dominas no vas a poder entablar una conversación satisfactoria con ellos.

La verdad que el inglés fue una barrera que me impidió conocer tanta gente como realmente me hubiera gustado.

 

9 | Me replanteé el concepto de país subdesarrollado.

Dicen que Tailandia es un país menos desarrollado. Sí, sus ingresos puede que sean menores o su nivel de vida más bajo.  Hay poblaciones que viven en la montaña, en chabolas de maderas, criando sus propios animales mientras los niños juegan en el campo.

Aquí vivimos en casas de cemento, tenemos televisiones de plasma y los niños pasan horas y horas jugando delante de aparatos electrónicos. ¿Por qué esto tiene que ser mejor?

¿Por qué decimos que esto es un país más desarrollado?

Este viaje me hizo reflexionar sobre en qué dirección van avanzando las sociedades y sobre los efectos secundarios del desarrollo.

 

10 | Aprendí que los malos momentos se convierten en anécdotas y risas y los buenos en recuerdos imborrables.

Me picaron millones de mosquitos, un barco en una excursión a unas islas estuvo bastante cerca de volcar con nosotros dentro, nos perdimos bastantes veces, tuvimos problemas para entendernos con los conductores de los tuk tuk, nos empapamos varias veces porque nos pillaron tormentas en sitios inesperados, me caí de un elefante al intentar bajarme.

No todo fue perfecto, sin embargo, esos malos momentos se han convertido en anécdotas que contamos a la gente y con las que nos hemos echado unas buenas risas.

Además he decir que si todo hubiera salido perfecto, el viaje habría perdido una gran parte de su encanto.

¿Y qué decir de los buenos momentos?

Si los malos momentos se convierten en anécdotas y risas, los buenos se convierten en experiencias, en recuerdos maravillosos para toda la vida.

 

 

En definitiva, viajar durante mes y medio por Tailandia me sirvió para aprender muchas cosas y para llevarme una experiencia y unos recuerdos indescriptibles, pero también para darme cuenta de todo aquello que me falta por aprender y de todos los lugares que me quedan por descubrir, y sobre todo para ser consciente de que quiero que viajar forme parte de mi vida, para siempre.

Para concluir, me gustaría darte un pequeño regalo: un e-book de descarga gratuita con «10 pequeñas pautas para generar un gran cambio en tu vida«.

 


 

¡Ahora es tu turno!

¿Qué lecciones has aprendido a lo largo de cada uno de tus viajes?

¿Qué viaje fue el que tuvo un mayor impacto en tu vida?

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¡Que tengas una gran semana!

Un abrazo,

Oliver.-

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